Historias, recetas y consejos de cocina

Para quienes gustan de la cocina

Cada receta tiene un ingrediente principal con su historia y origen.

lunes, 17 de octubre de 2011

Champiñones para decir adiós.


De: Martha Vázquez Lacroix

½ kilo de champiñones blancos, redondos como la luna o como el dolor.
½ cebolla blanca, jugosa. El llanto es opcional.
1 diente de ajo grande, dos si son pequeños. Ya se sabe que en el amor, con uno que coma ajo es suficiente.
7 ramas de perejil, siete, porque es mi número mágico, cabalístico, aunque hoy, siete, me hayan dicho adiós.
1 pimiento verde, algo más tiene que haber de esperanza en este guiso tan blanco, tan puro, tan de sabor a llanto.
2 cucharadas grandes de aceite de oliva extra virgen.
Para sazonar se utiliza pimienta gorda molida,  recientemente molida  y perennemente gorda para que el cuerpo sepa lo que recibe.
No utilizar sal, con las lágrimas basta.
El ajo, la cebolla y el perejil se pican finamente, se ponen con el aceite de oliva en una cazuela de barro bien vidriada, bien curada, como el corazón  de los amantes que saben amar. El pimiento también se pica cuidadosamente hasta reducirlo a puré y se coloca en la cazuela. Los champiñones se parten delgadito, delgadito, como rebanadas de despedida que se lloran para no llorarlas después, se echan en la cazuela.
Se tapa y se cocina a fuego lento, como deben cocinarse los buenos guisos y los buenos dolores, mezclando olores y pesares hasta que los champiñones estén al dente y la salsa espesa o hasta que el hambre pueda más que la pena y queramos sentarnos a comer.
Poner en la mesa varias botellas de vino tinto, cubiertos para una persona y dejar la cazuela en la cocina.


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